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Sociedad

La mente humana como un procesador de información.

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Tal como si fuera una máquina, el cerebro humano es capaz de procesar la información y los conocimientos durante toda la vida. Es por ello que desde la infancia vamos acumulando recuerdos.

La manera en que se adquiere el conocimiento siempre ha sido uno de los enigmas que más llaman la atención de los especialistas en teorías del aprendizaje y de los pedagogos. La Psicología Cognitiva ve sus inicios con el enfoque gestáltico, el cual surge por la necesidad de encontrar respuestas de cómo aprende la mente humana y que las teorías conductistas no resolvían en cuanto al proceso interno entre estímulo y respuesta. Aunque la teoría de la Gestalt se interesaba esencialmente en la percepción y los procesos de resolución de problemas, dio inicio a muchos otros enfoques que se especializarían en investigar el procesamiento de la información de la mente humana cuando se encuentra en situaciones de aprendizaje. De ahí surgen varias teorías del Procesamiento de la Información (PI) en el campo de la psicología para intentar encontrar similitudes entre el funcionamiento de la mente humana y el funcionamiento de los computadores al procesar información. Los especialistas consideran que ambos son sistemas cognitivos que se alimentan de información.
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De acuerdo con Schunk (1997), las teorías del PI se centran en cómo las personas atienden a los acontecimientos del medio ambiente, la manera en que codifican la información que se va a aprender y cómo la relacionan con conocimientos ya existentes. Además de estar interesados en la forma en que la nueva información se almacena en la memoria y el modo en que se recupera cuando se necesita. Este breve ensayo tiene la intención de considerar lo anterior para explicar la analogía entre mente y computador y al mismo tiempo satisfacer un poco esa curiosidad y fascinación que, desde tiempo remotos, siente el hombre por las similitudes entre el “comportamiento” de las máquinas y la conducta de los seres vivos.
Partamos de tres supuestos básicos importantes que los teóricos en el sistema del procesamiento de la información proponen. 1) Los principios del asociacionismo nos facilitan la adquisición de conocimiento y el almacenamiento en la memoria, pero en este enfoque el interés no radica en las condiciones externas sino en el proceso interno (mental) que media entre el estímulo y la respuesta. Esto significa que la persona es un indagador activo y procesador de información, que selecciona y presta atención a las particularidades del medio, transforma y repasa la información, relaciona la nueva información con los conocimientos previos y organiza todo para darle sentido. 2) Los procesos cognitivos se dan de forma diferente en cada persona, pero lo que todos tenemos en común es que hay un procesamiento de la información que ocurre entre la etapa en que se recibe un estímulo y entre la etapa en que se produce una respuesta. 3) El procesamiento de información de la mente humana es análogo al de un computador metafóricamente en lo siguiente: el hombre y el computador reciben información, la almacenan en la memoria y la recuperan cuando la necesitan. Tratemos entonces de definir el primer supuesto. En las teorías cognoscitivo-organizacionales encontramos un lenguaje descriptivo que hace alusión a las etapas del procesamiento de la información que usan las computadoras: La terminología es la del “procesamiento de información”, y se deriva de la forma en que los científicos de la computación generalmente describen lo que hacen las máquinas. Los estímulos, datos, instrucciones (el nombre genérico es “información”), constituyen la entrada (input) –son introducidos (read in) –en la computadora; después de cientos de procedimientos, el aparato produce (outputs o read outs) algún resultado final particular, usualmente impreso o mediante una figura en un tubo de rayos catódicos. Entre la entrada y la salida (input, output), la computadora ejecuta una serie de operaciones ordenadas sobre los datos de entrada. (Bower y Hilgard, 2006, p. 443).
Con lo anterior podemos inferir que este enfoque metafóricamente compara los procesos que se centran en el aspecto funcional de la máquina relacionado con el software (la parte lógica) y no con el hardware (la parte material o física). Con esto queremos resaltar que este enfoque de PI no se interesa por el cerebro (hardware) sino en las operaciones cognitivas internas realizadas por el ser humano al procesar información y las estructuras mentales que entran en juego durante este proceso; en otras palabras, la mente (software). Entonces, la persona es considerada como un sistema activo, inteligente, que, al actuar con el medio interno y externo, despliega procesos de tratamiento de la información, i.e. identifica, recibe, selecciona, organiza, recupera, transfiere, interpreta, incorpora, transforma, etc. información, que adquiere sentido y significado dentro de una interacción social. Tanto las estructuras como los procesos de conocimiento son resultado de la interacción entre mecanismos formales y el contexto social en el que actúan. En cuanto al segundo supuesto, podemos referirnos a los diferentes canales de aprendizaje que nos hacen únicos cuando se trata de aprender. Estos canales son un conjunto de estrategias, métodos y tendencias específicas que utilizamos cuando estamos frente a una tarea de aprendizaje y determinan nuestro estilo propio. Partiendo desde la premisa de que todo aprendizaje parte de la recepción de la información a través de los sentidos, surge la clasificación básica de tres canales: visual, auditivo y kinestésico. La forma en que se organiza y se relaciona la información seleccionada dependerá del dominio de nuestros hemisferios cerebrales o, inclusive, de nuestra preferencia de aprendizaje. No obstante lo anterior, hay un proceso común para todos que se da entre input y output. Dicho proceso, de acuerdo con Bower y Hilgard (2006, p. 443), puede consistir en la alteración o transformación de los datos, hacer cálculos relacionados con ellos o compararlos con alguna otra cosa, usar el resultado obtenido para buscar otros datos guardados anteriormente, evaluar la información que se encuentra en etapas intermedias, tomar decisiones en cuanto a ello, etc. y finalmente obtener una respuesta. Esta manipulación de información se denomina subrutina cuando hablamos de una máquina y puede requerir de una serie de instrucciones en el programa de una computadora. No sería extraño encontrar la misma palabra en la psicología cognitiva del PI para referirse al proceso mental antes de obtener una respuesta o conducta, visible o no, en el ser humano. El último supuesto trata del almacenamiento y la recuperación de información. Es la percepción (el reconocimiento de patrones) la que le asigna significado a las entradas del entorno que los sentidos han recibido. Schunk (1997, p. 160), al analizar este tema, postula que “para que una entrada sea percibida, debe mantenerse en el registro sensorial y compararse con los conocimientos en la MLP.” Sabemos que nuestra memoria se divide en dos grandes campos: la memoria a largo plazo (MLP) y la memoria a corto plazo (MCP) o memoria de trabajo (MT), los cuales trataremos a continuación. La MLP se caracteriza por estructuras asociativas que se organizan por contenido, como si estuviéramos en una biblioteca (libros similares se organizan bajo la misma categoría). Aunque lo anterior es verdad, nuestros recuerdos pueden incluir referencias cruzadas, por ejemplo: es probable que un estudiante recuerde la clase donde se introdujo la Revolución Industrial en la asignatura de historia y que al acceder a esa información también recuerde un pastel de cumpleaños, las mañanitas, a su novio, y se ponga triste. Las referencias pueden ser cruzadas porque ese día fue su cumpleaños y sus compañeros le trajeron un pastel, le cantaron las mañanitas y tuvo un disgusto con su novio. Según Schunk (1997, p. 160-167), esta estudiante está accediendo a las huellas mnémicas en su memoria semántica –que se refieren al conocimiento conceptual; a la memoria episódica –que incluye los sucesos autobiográficos y conocimientos contextuales; a la memoria de reconocimiento –donde se encuentran los rostros de las personas y nuestras relaciones con ellos, etc. A diferencia de la memoria humana, la información guardada en el disco duro de un computador se organiza por ubicación y su relación con otros datos sería puramente arbitraria. Por lo tanto, las huellas mnémicas características en nuestro peculiar estilo para recuperar información de la MLP no son comparables con ningún proceso en el computador. En contraste con la MLP, la MCP o MT se mantiene en nuestra conciencia sólo por unos segundos, algunos expertos dicen que ocho segundos. En este proceso, recibimos la información o estímulo y la MT la revisa o relaciona con la información contenida en la MLP. Si la información tiene sentido y es relevante podría ser que, por medio de varias repeticiones, esa información se guardara en la MLP. La MT también nos permite traer conocimiento que ya existe en la MLP para realizar algunas actividades escolares o cotidianas, por ejemplo: cuando vamos de compras, necesitamos acceder a nuestro conocimiento matemático para realizar las operaciones necesarias y no salir de nuestro presupuesto. Esto nos permite hacer cálculos con información que se encuentra almacenada en nuestra MLP, trayéndola a nuestra conciencia (memoria de trabajo) por un tiempo limitado. Algunos investigadores coinciden en que, evidentemente, la MT tiene una capacidad limitada; tal es el caso de Miller, citado por Bernstein y Clarke-Steward (2207, p. 237), quien asegura que el máximo número de ítems que se pueden recordar perfectamente después de haber sido expuestos a una presentación de algún material es de siete más menos dos (7+-2). Lo sorprendente de sus hallazgos es que él asegura que cuando la información que se quiere retener es significativa estos ítems pueden ser organizados en grupos tan largos como se desee. Un ejemplo cotidiano de este supuesto es nuestra manera de almacenar los números telefónicos. Habrá personas que guarden un número de diez dígitos en cinco ítems o grupos, como es el caso de la mayoría de las personas en Morelia, i.e. 44 31 61 96 70, mientras que otras preferirán hacerlo en tres grupos o ítems 443 161 9670. La manera en que decidamos hacerlo dependerá entonces de lo que se ha convertido en lo ordinario para nosotros, pero hacemos una invitación para que guardar información resulte más sencillo por medio de menos grupos con más ítems cada uno, pues resulta más eficiente. Pues bien, toda vez que ya hemos analizado los tres supuestos indicados al inicio, procedamos a una breve conclusión de esta metáfora entre la mente humana y el ordenador. Ambos sistemas reciben información del exterior. Nosotros recibimos estímulos de nuestro medio mientras que la máquina obtiene información de su programador, pero ambos sistemas son alimentados. No ponemos en duda que existe un procesamiento de información en nuestra mente para tratar los datos obtenidos de una situación, aunque cada uno de nosotros tengamos una singular forma de almacenarlos. En cuanto a las computadoras, la forma de almacenar la información es la misma, siempre y cuando compartan el mismo sistema operativo. Finalmente, el hombre y el computador reciben información, la almacenan en la memoria y la recuperan cuando es necesaria. La diferencia puede consistir en que mientras nuestra mente lo hace de manera natural o por medio de estrategias de recuperación, al computador hay que decirle dónde almacenar cada archivo para que guarden una relación y hay que dar un “click” para recuperarla o tener acceso a ella. Nos parece que no tendríamos ningún problema en imaginar que los datos en nuestra mente están organizados en “folders” que se relacionan unos con otros y se organizan por rubros, como en una biblioteca virtual o como en los archivos de nuestra computadora. Lic. María Guadalupe Guerrero Calderón REFERENCIAS Bernstein, D. A. and Clarke-Stewart A. (2007) Essentials of Psychology (4th ed.) U. S. A. Houghton Mifflin Company Bower, Gordon H. y Hilgard, Ernest R. (reimp. 2006) Teorías del Aprendizaje (2a ed.) México. Trillas. Schunk, Dale H. (1997). Teorías del Aprendizaje (2ª ed.) México. PEARSON Prentice Hall.
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