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El latín y el nombre de una bicicleta.

Ernesto Belda Hace 3 años
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EL LATÍN Y EL NOMBRE DE UNA BICICLETA

A ver, a ver, a ver. ¿Qué tendrá que ver una bicicleta con el latín? Porque todos sabemos que en la época en que se hablaba latín clásico no se habían inventado todavía las bicicletas; aunque no hay ningún documento que lo acredite. Vayamos, pues, por partes.

Hace poco, mientras daba un paseo, vi una bicicleta con dos ruedas –si hubiera tenido más, o menos, no hubiera sido una bicicleta– con dos asientos colocados uno delante del otro, dos juegos de pedales y dos manillares, el segundo de los cuales solo sirve para que el tripulante o, para ser más preciso, el pedaleante, que va detrás pueda apoyar sus manos y viajar con más comodidad, y traté de recordar cómo se llamaba este tipo de bicicleta y recordé que su nombre es tándem. Pero al recordarlo me surgió una duda ¿la palabra “tandem” (sin tilde) no es un adverbio latino? Y como quienes me conocen saben que me gusta ser preciso –intentarlo al menos– en el uso de las palabras, busqué la mencionada palabra en un diccionario de latín y encontré que efectivamente era un adverbio de tiempo cuyo significado es, cito textualmente: “en fin”, ”por fin”, ”finalmente”. Pero ¿cómo una misma palabra podía ser un adverbio en una lengua y un sustantivo en otra?. Y me restaban dos opciones, o me quedaba con la duda, o seguía tratando de averiguar el porqué de ese cambio; y, evidentemente, opté por la segunda y así consulté la palabra “tándem” en otro diccionario, el D.R.A.E. en este caso, y vemos que dice, en cuanto a la etimología: “Del inglés tandem y este del latín tandem, ‘al fin’, ‘al cabo’, ‘a la larga’, al interpretar humorísticamente a la larga con valor espacial en vez de temporal”; y en cuanto al significado: “1. m. Bicicleta para dos personas, que se sientan una tras otra, provista de pedales para ambos. 2. m. Tiro, generalmente en coche de dos ruedas, de una caballería entre las limoneras y delante otra con los tirantes enganchados a las puntas de ellas. 3. m. Conjunto de dos personas que tienen una actividad común, o que colaboran en algo. 4. m. Conjunto de dos elementos que se complementan”.

Pero mi pregunta seguía en pie ¿qué tendrá que ver un adverbio latino con el nombre de la bicicleta descrita más arriba ¿Y con un carruaje con dos caballos enganchados uno delante del otro? Y es que a veces las palabras tienen más historia que alguien que tenga mucha historia, y además a algunos nos encanta descubrirla.

Pues bien, la relación que hay es que entre los estudiantes universitarios ingleses estaba de moda afectar que hablaban latín; de tal modo que, al acabar de pasar un carruaje enganchado como se especifica en la segunda acepción (¿tal vez haya que recordar que la manera más habitual –excepto en muchas películas del oeste– era al paso o, como mucho al trote?) tardaban más en pasar que un carruaje con un solo caballo enganchado en limonera, o dos en tronco, exclamaban: “tandem”; o, lo que es lo mismo, “por fin”, o finalmente (ha acabado de pasar”) y ahí cobra sentido lo de la interpretación humorística de darle valor espacial a lo que, en origen, era temporal; porque se aplicaba a la segunda acepción que recoge el D.R.A.E. y posteriormente a la bicicleta descrita arriba, dado que la invención de la bicicleta es posterior a la de los carruajes de tracción animal.


Ernesto Belda y Tortosa
Valencia (España) 13 de diciembre de 2020

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